¡Un momento, por favor! 8


¿UNA PÁGINA DE HUMOR HABLANDO DE PROPIEDAD INTELECTUAL?

“Hace tiempo ha publicado
el socialista Juan Lobo
un folleto intitulado:
“La propiedad es un robo” (*)
Pero luego, ingenuamente,
dice el célebre escritor
en la página siguiente:
“Es propiedad del autor”

¡Ahí le acaban de dar! ¡Ahí nos han dado a muchos! Este epigrama del casi desconocido Salvador Pérez Montoto parece que está de moda con todo eso de los derechos de autor, los cánones de la SGAE, el “negocio manta” de los discos y las bajadas de Internet.

Por cierto, que nadie politice las cuartetas; el epigrama debe tener unos 100 años y nada tiene que ver la política de entonces con la de ahora. Aquello era otra cosa, no sé si mejor o peor pero otra cosa. ¿O no?

A lo que íbamos: lo de la propiedad intelectual. ¡Menudo lío se está montando y más que se va a montar como sigamos así! La sociedad bajándose los pantalones ante casos flagrantes de plagio (recuérdese a la Etxebarría o a la Ana Rosa Quintana que después de sus desvergüenzas aún tienen más premios y más reconocimiento) todo el mundo tirando de copias piratas mientras los piratas oficiales —o sea las superempresas—, pierden dinero a espuertas y andan buscando métodos para seguir cobrando a mil lo que vale diez. Que, por cierto, no sé yo muy bien con qué piratas quedarme...

¿Pero esta no era una página de humor? Bueno, pues sí, porque es para reírse, aunque sea por no llorar.
Y luego salen con la Ley de Propiedad Intelectual, con el asunto de las fotocopias de los libros, y resulta que en la enseñanza, según el proyecto “no necesitará autorización del autor el profesorado de la educación reglada para realizar actos de reproducción, distribución y comunicación pública de pequeños fragmentos de obras o de obras aisladas de carácter plástico o fotográfico figurativo, excluidos los libros de texto y los manuales universitarios...” ¡Joder! ¡Ya aparecieron los del negocio! ¡Los libros de texto! ¡el gran chanchullo que un día nos va a explotar ante las narices como un marbella de papel! ¡Y no digamos esos profesores, autores de textos y manuales que hacen obligatorios para aprobar a sus alumnos! ¡Esos, ni fotocopia ni apuntes! ¡Faltaría más!
Que no me diga nadie que esta no es una página de humor. ¡Si, como dicen los chavales, es para partirse el culo de risa!

Y para colmo atacan los políticos (o quien esté detrás atacando) con lo de que se paguen derechos cada vez que un libro se preste en una biblioteca. Algunos suavizan la cuestión diciendo que hay países en que el Estado asume este canon. ¿Y quién diablos mantiene al Estado sino todos nosotros? ¿Por qué siguen confundiendo la propiedad intelectual con el negocio? ¿Quién se lleva la parte del león en una publicación? (mira que pareado en “on” de cabrón me ha salido) ¿Qué editor o distribuidor tiene que trabajar de otra cosa para poder vivir, como se ven obligados a hacer la mayoría de los escritores? ¿Sólo son riesgos a cubrir los que suponen desembolso económico y no la inversión intelectual? ¿No hay demasiados intermediarios poniendo el cazo? La verdad es que no sé a qué carta jugármela, no sé si cortarme las venas o dejármelas largas. Sé que Machado tenía razón: “Todo necio / confunde valor y precio”. Y estamos rodeados de necios; bueno: hasta yo lo soy un poco.

Otro día a lo mejor me da por acordarme de los impuestos y retenciones que hay que sufrir por premios culturales, literarios, artísticos, científicos... Y no digamos por divulgar la cultura. Estoy por poner una silla vacía a mi lado cada vez que doy una conferencia para que se siente Hacienda y ya que se lleva un buen pellizco ¡que trabaje! Sin ánimo de quejarme, pero muchos saben que vivo de estas cosas y lo que no sospechan es que cuatro meses de mi trabajo se los queda Hacienda... ¡Menos mal que trabajo para difundir cultura! ¿Seguirá ocurriendo como en tiempos de Franco que parece que lo mejor era que se supiera poco y mal? Pues sigue así, aunque digan lo contrario. Los escritores y artistas somos, como los campesinos, los que menos nos llevamos de lo que producimos. La verdadera propiedad es de otros y a nosotros nos encontraron en la calle.

En fin, amigos, colegas, detractores, incondicionales (alguno habrá, digo yo) que he intentado conciliar con sonrisa esto de la propiedad y no sé si el resultado es una jeta avinagrada que no me la aguanto ni yo.

Enrique Gracia Trinidad

(*) La frase, como se sabe, es de Proudhon. No estoy totalmente seguro de que todas las propiedades sean un robo pero sí de que el que roba algo se lo apropia... ¿Veis como esto era un artículo de humor?