Artículo publicado en la revista “Mirador” de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles. Lo escribí a raíz de algunos escandalosos plagios y utilización de “negros” por parte de escritores y periodistas muy conoci dos, que dieron que hablar en los primeros años del siglo XXI y que, como todos recordarán, no tuvieron las consecuencias que debían haber tenido para los plagiarios. Es más, a algunos, plagiar o utilizar negros en sus obras les sirvió y les sirve para ser más conocidos y vender más libros. Así están las cosas. Siento mucho que esto esté de moda. La moda es asunto pasajero del que no merece la pena hablar salvo rápidamente. Si no se anda listo, la moda pasa y ya no estás de moda hablando de ella. Para vergüenza común, el plagio y la
"negritud" están de moda pero no son moda —¡qué
socorrida siempre la contraposición ser / estar—, se han
ejercido desde antiguo, tanto, que a veces duele la conciencia histórica
de la literatura, del arte, de las ideas. Al amparo de uno de los mayores pecados de la actividad creativa, que es ponerla al servicio del negocio ajeno; editores, contratistas escénicos, marchantes y otros poderosos terminan por hipertrofiar la producción de algunos autores. Como el arte y la literatura pueden ser compulsivos pero no permanentemente compulsivos, es preciso que otros hagan la inmensa tarea y aparezca bajo el nombre del autor conocido aunque este no tenga ya ideas ni imaginación ni tiempo para crear algo propio. Cuando el plagio se comete desde la simpleza, la
ignorancia o la bisoñez, da más bien pena, risa a veces;
no tiene más repercusión que la anécdota y el palo
que le caiga al incauto ladrón. Lo grave viene cuando el plagio
se ejerce por el poderoso, por el famoso. Entonces los plagiados apenas
pueden defenderse, son víctimas ante la estúpida lógica
del escaparate —¿cómo lo que nos firma el gran fulano
va a ser obra de un donnadie?— y así los peces grandes,
como siempre, devoran a los chicos, medran en el maremagnum y se lucran
por activa o pasiva, En el caso de la "negritud" se llega al absurdo. Los "negros" son casi siempre siervos de su propia necesidad. Por un mínimo estipendio crean obras que generan beneficios a veces astronómicos al aparecer firmadas por alguien "con prestigio" y al amparo de mentirosa publicidad y falsos oropeles. Se ha dicho que muchos "negros" lo fueron y lo son para aprender: argumento canalla que invierte el fundamento de la enseñanza y onvierte al discípulo aventajado en esclavo de un supuesto maestro ocioso. No me consuela la numerosa nómina de insignes escritores, pintores y otros artistas que bajo el piadoso engaño de llamarlos amanuenses, aprendices o mancebos, crearon en su juventud lo que desaprensivos veteranos de fama, con delincuente desfachatez, firmaron como suyo. Es moneda corriente la tesis del alumno que piratea un catedrático, la humilde novela de concurso que aprovecha un editor, el discurso encargado para que lo lea el famoso que hasta lee mal, la serie de éxito que inicia un autor para continuar firmando las entregas que escriben anónimos "negros", las pinturas de taller que apenas llevan media pincelada del famoso maestro, las músicas de éxito que... los famosos diseños que... Siempre aparece el negocio del que hablábamos, el puro negocio que adocena las masas para que sigan demandando la misma basura, la idéntica vulgaridad, envuelta en fama, y justifica en esa demanda manejada seguir rizando el rizo de la insania. Pongamos, por ejemplo, el personaje popular que firma lo que escribe un "negro" que plagia lo traducido malamente por un "negro" traductor a partir de lo escrito por otros "negros" en tropel de un famosillo foráneo...¿está bien rizado el rizo? Los mercaderes se han hecho con el tinglado. No lo consiguen siempre, pero muchas veces hacen del arte, engaño descarado; de la música, pastiche indecoroso; y de la literatura, comida basura: todo con tal de atiborrar su buchaca. No sé si la desvergüenza se adueñará del futuro pero sí sé que la honradez, de momento, lo está perdiendo.
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