LA CRISIS DEL TEATRO Y OTRAS ESTUPIDECES


Artículo publicado, en 2007, en la revista “Patio de Butacas” dentro del Certamen de Teatro Clásico, para grupos aficionados, “La vida es sueño” que se celebra cada año en Madrid y que creé, y coordino desde entonces, en el año 2000. Una versión reducida del artículo apareció, simultáneamente, en la revista Mirador.


— ¡Qué horror! ¡qué horror! —insisten muchos que no se enteran— ¡El teatro está en crisis!
— ¡Eso, ¡eso! —insisten los corifeos, es decir el grupo que forma el coro, los que hablan siempre por boca ajena aunque la boca ajena sea tonta.

Y no es cierto. Nos engañan por activa y por pasiva, nos mienten con todo descaro, nos manipulan. Lo hacen desde el poder, sea político, artístico o social. Nos roban la opinión y el buen gusto desde ese poderío en dólares o euros que está detrás de todos los poderes, desde ese poderío del negocio de unos cuantos que aprovechan la ignorancia y la condición borrega de la mayoría de nosotros.
No es cierto, porque lo que en realidad está en crisis, al menos en gran parte, es el teatro comercial o mejor dicho el comercio del teatro. Ya se sabe que cuando algo es “comercial” deja de ser algo para ser antes que nada comercio, es decir ganancia para unos pocos y obligación de muchos —nosotros— paganos del despilfarro de quienes nos crean necesidades falsas.
Lo que está en crisis es la inteligencia, la capacidad de pensar por uno mismo, la auténtica cultura que excede en mucho a la acumulación de conocimientos técnicos, empresariales o profesionales, Lo que es crítico es que vivamos a lomos de la estadística y no de la realidad. Lo que está por los suelos es el buen gusto que ha sido pervertido por unos intereses bastardos, hipócritas y mercantiles.
Lo que está en crisis es la posibilidad de llevar a escena obras voluminosas, con mucho aparato y muchos actores —eso dicen—, porque al parecer no hay quien pague el gasto que eso supone.

Si no se pueden montar obras de mucho volumen, no sé yo por qué entonces funcionan tanto los musicales. ¿resultan más baratos de realizar?¿Les pagan muy poco a los que intervienen? ¿Acude en masa el público que no acudiría al teatro más convencional? ¿Se gasta la gente un pastón para ver una historieta al puro estilo yankee, con grandes aparatos publicitarios, muchos jovencitos bailando y espectaculares escenarios, y no se deja un duro en ver una obra de cualquiera de los genios españoles, de Lope a Jardiel Poncela, pasando por Valle-Inclán?

Y hablando del genial manco de las barbas, repasemos rápidamente otra característica del teatro de hoy: ¿Cuántas veces se ha dicho que Valle-Inclán y otros como él, son prácticamente irrepresentables por la complejidad de muchas de sus obras? ¿Ahora también es imposible? ¿Con todos los recursos actuales no se puede montar algo del genial gallego? Señores grandes prebostes del teatro comercial, no me pongan estúpidas excusas, hoy, con los avances técnicos de que disponemos, se puede hacer casi todo, sólo hace falta dinero (del que se derrocha en tantas otras cosas) y voluntad (puesta al servicio de la inteligencia y no del puro comercio.
¿Quién decide que se sucedan los musicales “jolivudienses” o “Broadway style” y se olviden las miles —insisto: miles— de magníficas obras del teatro español y universal de todos los tiempos? ¿Lo decide el público? ¿En qué encuesta se lo han preguntado?
No será que estamos manejados por “modernos” de la peor calaña, es decir de la calaña del plástico, el snobismo y la ignorancia vestida de supuesta originalidad. Yo pienso que sí pero a lo mejor me equivoco y soy un rancio.

Esto de las crisis es un engaño más, como lo de la música con el traído y llevado asunto del “top manta” y otros “mantas” acusados de piratas. ¿A quién le está escociendo el asunto? A las grandes multinacionales (piratas con yate y el riñón forrado) que ven irse sus escandalosos márgenes de beneficio por el desagüe de la facilidad que hoy existe para copiar música, cine o lo que sea. ¿Que nos estamos cargando el negocio? No sé de qué se extrañan: era un negocio brutal, despiadado, con beneficios del 10.000%. Compruébese la diferencia entre coste de un cd y su precio en mercado, por favor. ¿Quién es en realidad el “pirata” o más bien el corsario, es decir el personaje con patente oficial para robar a quien sea?

Lo cierto es que cuando uno habla de robos... la abundancia le desborda. Volvamos al teatro ¿Dónde está el apoyo de las instituciones al teatro de verdad, al que hacen miles de jóvenes, miles de aficionados de toda edad, en miles de salas de toda España? Hay algunos certámenes municipales, es verdad, hay algunos apoyos aislados para tal o cual evento o celebración. Pero si sumamos todos el dinero que se va en estos apoyos casi siempre precarios, no llegamos ni a la cuarta parte de lo que cuesta, en una sola tacada, el dinero que se lleva cualquier grupo de saltimbanquis experimentales que venga de vete a saber qué país a hacer un “perfomance” pretencioso en una sola tarde para no sé qué celebración “popular” en la que el público acude como en su día lo hiciera al “pan y circo” de la vieja Roma.

Con sólo lo que cobra alguno de estos grupos, lo que cuesta el montaje que necesitan para pegar cuatro brincos en la calle y “crear espectáculo” (luces, gruas, laser, sonido, cortes de tráfico, etc.) y lo que se llevan intermediarios, representantes, empresas multi-media, gestores del asunto y demás familia, podría ayudarse a varios centenares de grupos para montar obras teatrales de todo tipo durante muchos meses y en mucho lugares de España. ¡Y si quieren echar cuentas, échenlas, que no exagero ni un pelo! ¡Vale más el sillón del despacho de un secretario de Ministerio, que lo cambia porque no le gusta el color, que lo que se da de ayuda a un grupo aficionado para montar una obra de teatro en cualquier barrio de Madrid! ¡Y hay muchos más sillones que barrios o grupos de teatro!

Por favor, echemos un vistazo a la cartelera actual y comparémosla con el teatro alternativo, con el teatro aficionado, con el teatro amateur. Miles de actores, centenares de grupos, repartidos por salas municipales, localitos mínimos, tugurios de peor o mejor pelo, salas autogestionadas, certámenes, etc. haciendo teatro de todo tipo, viviendo el teatro, haciéndolo vivir, con casi nada, sin beneficio apenas y aún poniendo de su bolsillo para poder actuar...

¡Qué diablos va a estar el teatro en crisis! ¡Lo que está en crisis es el negocio de unos cuantos! Y los de a pie: actores, autores, público... ¡A pagar la crisis!

Enrique Gracia Trinidad