¡Un momento, por favor! 7


El humor, como la literatura y el arte, es una casa con multitud de puertas y ventanas; cada uno entra por la que quiere y sale por la que puede, a veces por la que le dejan. No hay un solo color para el humor. Entre la ironía y el sarcasmo hay más diferencia que entre los cacareados huevo y castaña. De la sonrisa y la carcajada, de la parodia a la sátira, hay kilómetros de distancia que la inteligencia, tan torpe en estos días, tarda una enormidad en recorrer.

Entre lo lúdico y lo tragicómico hay esa diferencia enorme que los españoles recorremos mal, a pesar de nuestra tendencia a lo tragicómico y a la juerga.

En fin, que esto de la risa, es variopinto como la vida misma. Yo, cada vez que oigo “humor”, así, a secas, me pregunto a qué se está refiriendo mi interlocutor.

Suelo preferir el humor sutil, un poco abstracto a veces, absurdo incluso; el guiño de la sonrisa antes que la carcajada, la chispa que despabila las telarañas de la ordinariez. Pero reconozco que el humor sencillo y popular tiene su encanto; hablo del bueno, no de las gracias estúpidas que se prodigan ahora en esa TV que los dioses confundan.

Vamos a ver alguna muestra: Por ejemplo aquello de Carlos Arniches, en su sainete “El zapatero filósofo” cuando Sidonio, el zapatero, llega borracho a casa, discute con la mujer, y su amigo Melanio, el casquero, le dice que tiene que cambiar porque es año nuevo. Sidonio le contesta:

“Pero ¿qué hago yo con cambiar, Melanio? Si cambiase to lo demás, bueno. Pero ¿qué adelanto con cambiar yo solo? Mira: mañana mi mujer será tan vieja, tan chata y tan derrengá como de costumbre. La taberna estará en el mismo sitio; el vino será mejor, si cabe. Me seguirán fiando. Tú continuarás tan pelma como siempre. Tu sobrina vendrá a que le eche medias suelas, con ese cuerpo tan regordetillo que Dios le ha dao, capaz de hacer pecar, no digo yo a un santo peana, pero... Subsistirán el impuesto de inquilinato y la basura de las calles. El pueblo seguirá creyendo que aquí lo que faltan son políticos, y los políticos, que lo que falta es pueblo. Y lo peor es que los dos tendrán razón. Las subsistencias estarán en las nubes, y los jornales en el arroyo. La generación del 98 seguirá creyendo que es más ilustrada que la Historia del Perlimplín, que caen dos versos por viñeta. Todos seguirán diciendo que esto está mal y nadie procurará que esté mejor. El que trabaja servirá de irrisión al que no trabaja. Las mujeres continuarán cada vez más cortas por abajo y más largas por arriba. Cambio yo y ¿qué? si yo cambio y no cambia to lo que me gusta y lo que disgusta, seguiré siendo unos días malo y otros bueno, según me arrime a unas u a otras ¿me explico, Melanio?” Y claro, a Melanio no le queda otra salida que declararle el “Chumpenjagüer de la zapatería”.

Claro que alguno estará pensando que esto es ya muy antiguo y que ahora se hacen otras cosas... ¡Toma, pues claro! pero ¿a que es un capo laboro? Y algunas, actuales, aunque desconocidas, igual. Por ejemplo, ese soneto de Luis García, joven poeta de la AEAE , que más actual no puede ser:

RETRATO DE UN GUAPERAS: Un Paris seductor de mil Helenas, / con el cerebro engominado y liso, / más lindo que el reflejo de Narciso, / más chulo que un fantasma sin cadenas. // La estupidez circula por sus venas / como si fuera Pedro por su piso, // pero mamá naturaleza quiso / hacerle el caprichito de las nenas. // Primo de "Zumosol", cuerpo "DANONE", / pone la bala donde el ojo pone. / Ninguna se resiste al muy capullo. // Muchacho, si en verdad te adoran tanto / ¿por qué desperdiciar todo ese encanto? / Vete a currar a un "BOYS" que eso es lo tuyo.

Seguiremos sonriendo con teatros, poemas, dibujos, ocurrencias o lo que sea, pero seguiremos.

Enrique Gracia Trinidad