El humor, como la literatura y el arte, es una casa con multitud
de puertas y ventanas; cada uno entra por la que quiere y sale
por la que puede, a veces por la que le dejan. No hay un solo
color para el humor. Entre la ironía y el sarcasmo hay
más diferencia que entre los cacareados huevo y castaña.
De la sonrisa y la carcajada, de la parodia a la sátira,
hay kilómetros de distancia que la inteligencia, tan torpe
en estos días, tarda una enormidad en recorrer.
Entre lo lúdico y lo tragicómico hay esa diferencia
enorme que los españoles recorremos mal, a pesar de nuestra
tendencia a lo tragicómico y a la juerga.
En fin, que esto de la risa, es variopinto como la vida misma.
Yo, cada vez que oigo “humor”, así, a secas,
me pregunto a qué se está refiriendo mi interlocutor.
Suelo preferir el humor sutil, un poco abstracto a veces, absurdo
incluso; el guiño de la sonrisa antes que la carcajada,
la chispa que despabila las telarañas de la ordinariez.
Pero reconozco que el humor sencillo y popular tiene su encanto;
hablo del bueno, no de las gracias estúpidas que se prodigan
ahora en esa TV que los dioses confundan.
Vamos a ver alguna muestra: Por ejemplo aquello de Carlos Arniches,
en su sainete “El zapatero filósofo” cuando
Sidonio, el zapatero, llega borracho a casa, discute con la mujer,
y su amigo Melanio, el casquero, le dice que tiene que cambiar
porque es año nuevo. Sidonio le contesta:
“Pero ¿qué hago yo con cambiar, Melanio?
Si cambiase to lo demás, bueno. Pero ¿qué
adelanto con cambiar yo solo? Mira: mañana mi mujer será
tan vieja, tan chata y tan derrengá como de costumbre.
La taberna estará en el mismo sitio; el vino será
mejor, si cabe. Me seguirán fiando. Tú continuarás
tan pelma como siempre. Tu sobrina vendrá a que le eche
medias suelas, con ese cuerpo tan regordetillo que Dios le ha
dao, capaz de hacer pecar, no digo yo a un santo peana, pero...
Subsistirán el impuesto de inquilinato y la basura de las
calles. El pueblo seguirá creyendo que aquí lo que
faltan son políticos, y los políticos, que lo que
falta es pueblo. Y lo peor es que los dos tendrán razón.
Las subsistencias estarán en las nubes, y los jornales
en el arroyo. La generación del 98 seguirá creyendo
que es más ilustrada que la Historia del Perlimplín,
que caen dos versos por viñeta. Todos seguirán diciendo
que esto está mal y nadie procurará que esté
mejor. El que trabaja servirá de irrisión al que
no trabaja. Las mujeres continuarán cada vez más
cortas por abajo y más largas por arriba. Cambio yo y ¿qué?
si yo cambio y no cambia to lo que me gusta y lo que disgusta,
seguiré siendo unos días malo y otros bueno, según
me arrime a unas u a otras ¿me explico, Melanio?”
Y claro, a Melanio no le queda otra salida que declararle el “Chumpenjagüer
de la zapatería”.
Claro que alguno estará pensando que esto es ya muy antiguo
y que ahora se hacen otras cosas... ¡Toma, pues claro! pero
¿a que es un capo laboro? Y algunas, actuales, aunque desconocidas,
igual. Por ejemplo, ese soneto de Luis García, joven poeta
de la AEAE , que más actual no puede ser:
RETRATO DE UN GUAPERAS: Un Paris seductor de mil Helenas,
/ con el cerebro engominado y liso, / más lindo que el
reflejo de Narciso, / más chulo que un fantasma sin cadenas.
// La estupidez circula por sus venas / como si fuera Pedro por
su piso, // pero mamá naturaleza quiso / hacerle el caprichito
de las nenas. // Primo de "Zumosol", cuerpo "DANONE",
/ pone la bala donde el ojo pone. / Ninguna se resiste al muy
capullo. // Muchacho, si en verdad te adoran tanto / ¿por
qué desperdiciar todo ese encanto? / Vete a currar a un
"BOYS" que eso es lo tuyo.
Seguiremos sonriendo con teatros, poemas, dibujos, ocurrencias
o lo que sea, pero seguiremos.