LAS BODAS DE FÍGARO
Marzo
 

(© Jorge Rojas Goldsack) 

 

(Sinopsis)

Fígaro es un criado del Conde Almaviva. Va a casarse con Susana.
El Conde Almaviva que había renunciado al “derecho de pernada” desea a Susana y pretende acostarse con ella. La esposa del conde, la condesa Almaviva, está celosa y entre ella y otros criados intentan impedir que esto ocurra. La condesa se disfraza de Susana y Susana de la esposa para tender una trampa al Conde que cree que su esposa le engaña con Fígaro. Al final, se descubrirá todo y Almaviva pide perdón.

Entró en el camerino y se sentó con desgana. Lentamente fue destapando tarros y frascos. Las luces del espejo reflejaban sin piedad cada arruga de la frente, cada línea de la boca. Se miró con desaliento, tratando en vano de encontrar, en aquella figura envejecida, a la joven que fue. Su voz aún era hermosa, deslumbrante según la opinión de muchos críticos; con los años habían crecido sus registros y ahora alcanzaba matices y profundidades que para una muchacha eran imposibles de obtener. Pero ella seguía buscando en el fondo del espejo el antiguo brillo de los ojos, la curva suave de los hombros y no lograba encontrarlos.
Mozart era su ídolo, el color de su voz estaba hecho para aquellas agilidades y legatos. Pero ya no sería jamás Susana, el tiempo la había convertido para siempre en la condesa Almaviva.
Por unas horas su voz daría forma a la soledad de esta mujer olvidada que trata de de impedir las “aventuras” del marido. Nadie podría sospechar desde el patio de butacas que sus lágrimas eran verdaderas y que el espejo no hacía otra cosa que devolverle la imagen de su propia derrota.



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