POETAS EN VIVO
(Antología 1996-2001)
Editorial Sial, (Colección
Contrapunto)
(Año publicación: 2002)
ISBN: 84-95498-07-3
Con el patrocinio completo
de OBRA SOCIAL CAJA MADRID
Coordinador: Enrique Gracia Trinidad (no figura en portada)
Introducción: Luis Alberto de Cuenca
Prólogo: Enrique Gracia Trinidad
Recoge 41 poetas en un total de 375 páginas
PRÓLOGO
Este
libro no es una antología.
Esta
muestra no es exactamente una antología, tal y como hoy se entienden
las antologías; es una recopilación, el recuerdo, la constancia
escrita de las lecturas celebradas en los primeros cinco ciclos de POETAS
EN VIVO.
Como se
insistirá más adelante, hay muchísimos otros poetas,
igualmente interesantes, que irán acudiendo a próximas
convocatorias y, ojalá, a nuevas ediciones como esta.
En cada
ciclo (por cursos al principio y luego por años) sólo
pudieron leer ocho o nueve autores —uno al mes — así
que se buscó que convivieran en cada periodo los de más
edad y los de menos, los atendidos por la crítica o los olvidados,
los de larga obra y los de pocas publicaciones; sin cuotas, sin excepción
de corrientes o tendencias.
No hay un orden de preferencia —aunque cada uno tengamos las nuestras—
sino cierta acumulación aparentemente desordenada, para que cada
ciclo muestre esa variedad y altura poética que asoma —insisto—
por encima de las clasificaciones, intereses y tristes exclusiones que
tantas veces se ejercen en las antologías al uso.
Sean las
selecciones de grupo, pretendidas generaciones, o estéticas concretas
para quienes las necesitan, la establecen o se las creen. Hagan los
expertos sus antologías por sectores, años de nacimiento,
lugares de origen, tendencia ideológica o supuestas afinidades
generacionales. Nosotros reconocemos desde aquí el mérito
y el trabajo de quienes las hacen. Pero en nuestras lecturas de POETAS
EN VIVO —y este libro es su muestra—, queremos dar a conocer,
en la medida que podemos y a un ritmo más lento del que desearíamos,
el amplio abanico de los autores que viven y escriben entre nosotros,
conscientes de que, hoy al menos, la calidad está más
allá de clasificaciones.
¿La
selección?
Tampoco
este libro es una selección: Los incluidos son cuantos aparecieron
en los mencionadas lecturas.
He insistido
mucho en las presentaciones de los distintos autores, y creo necesario
insistir también ahora, en que desde un principio he huido —hemos
huido— de los criterios de grupo, de las preferencias por un estilo,
de la especulación sobre estéticas o movimientos poéticos,
de todo lo que pudiera hacer concebir, engañosamente, que la
poesía de nuestro tiempo es sólo de una manera concreta
o, como mucho de dos o tres.
Siempre
he manifestado que no me gusta más que una clase de poesía:
la buena. Esta perogrullada no lo es tanto. La buena poesía tiene
tantos rostros como la buena mesa y aunque prefiramos algunos manjares
nunca debe desdeñarse la inmensa variedad y riqueza de otros
muchísimos sabores.
Valorando
el esfuerzo clasificatorio propio de planes didácticos, y desdeñando
otros esfuerzos de origen espurio; POETAS EN VIVO sólo, y nada
menos, pretende mostrar a los poetas de nuestro tiempo, entendiendo
su pluralidad en el más amplio sentido.
Si miramos
la realidad, más allá de intereses personales o tribales,
observamos que hoy en día conviven muchos interesantes poetas,
y su calidad no siempre tiene que ver con determinados acogimientos
editoriales de gran distribución, premios a veces literalmente
corruptos, olvidos sangrantes o camarillas interesadas. Por lo tanto,
en nuestras sesiones y en esta su primera publicación de muestra,
nos alejamos en lo posible de esos criterios y van apareciendo poetas
de todo tipo, edad y condición.
El
siglo XX vino a abrir en la casa de la poesía muchas puertas
y ventanas por las que fueron y van circulando cuantos la escriben,
con mayor o menor fidelidad a una estética u otra, con preferencias
diversas a la hora de expresarse, e incluso con diferencias notables
dentro de un mismo autor según crece en busca de su propia voz
o incluso de cierta pluralidad de voces en sí mismo.
Una simple
mirada a la variedad de nombres y estilos de "nuestra nómina"
dará fe de lo que digo. Otra mirada a la lista de espera, con
centenares de poetas que irán apareciendo —disponible,
por cierto, para cualquiera y ampliable ante sugerencias de interés—,
acabaría por convencer a posibles escépticos si los hubiera.
Origen
de "nuestros" poetas.
Como
la dotación presupuestaria habitual no provee fondos para traslados
y hoteles, me he ceñido a convocar, de momento, poetas residentes
en Madrid. Sólo en dos ocasiones se amplió el presupuesto
y vinieron dos autores de fuera: Benítez Reyes desde Cádiz
y Jaime Siles desde Valencia. La clave está en que hay tal multitud
de poetas residentes en la capital del Estado que, de momento, resulta
fácil cumplir con ellos nuestro propósito. Más
adelante, sin duda, se procurarán fondos para traer esos otros
muchos poetas que viven en distintos lugares.
En todo
caso, la condición de Madrid como lugar de confluencia de tantos
españoles, permite que en nuestra muestra sólo once sean
nacidos en esta ciudad. todos los demás proceden de lugares repartidos
por el territorio español.
No soy amigo
de estadísticas pero sí de curiosidades; y es curioso
observar que la región más representada es Andalucía,
y, de entre los andaluces, seis gaditanos: Felipe Benítez Reyes
y Ángel García López de Rota; Antonio Hernández
y Carlos Murciano de Arcos de la Frontera; Ángela Reyes de Jimena
de la Frontera y Manuel Ríos Ruiz de Jerez. Los demás
andaluces son Alcalá-Zamora, malagueño; Leopoldo de Luis,
cordobés; Manrique de Lara, granadino; y Rafael Montesinos, sevillano.
La vieja meseta castellana nos trajo desde Burgos a Jaime Alejandre,
desde Ávila a José Luis Morante y desde Zamora a Claudio
Rodríguez. Tres fueron también los vascos de nuestras
sesiones: José Javier Aleixandre, de Irún; y Jon Juaristi
y Jesús Munárriz, de Bilbao y S. Sebastián respectivamente.
Y tres también los castellano-manchegos: Joaquín Benito
de Lucas y Rafael Morales, de Talavera; y Miguel Galanes, de Daimiel.
Dos proceden de Oviedo: Ángel Gonzalez y Fernando Beltrán;
y otros dos de Santander: Angelina Lamelas y José Hierro. Ya
sé que Hierro nació en Madrid, pero él se siente
tan cántabro que no voy a llevarle ahora la contraria.
De otros
territorios vinieron uno a uno: el ceutí Luis López Anglada,
el extremeño Félix Grande, el valenciano Jaime Siles,
la alicantina Francisca Aguirre y el mallorquín Pedro Antonio
Urbina.
Los madrileños
antes citados son: Amalia Bautista, Fina de Calderón, Luis Alberto
de Cuenca, Gloria Fuertes, Encarnación Huerta, Julio Martínez
Mesanza, Alberto Porlan, Emilio Porta, Juan Ruiz de Torres, Acacia Uceta,
Juan Van-Halen y Luis Antonio de Villena.
Una nos
queda, que siempre se denominó española aunque nació
en Valparaíso de Chile: nuestra decana, Concha Zardoya.
Al
tenerlos así, relacionados todos, se observan algunos detalles
que no quisiera dejar de señalar.
Uno de ellos
es que no aparecen, de momento, autores de algunas zonas de España.
Concretamente no han leído aún poetas gallegos, riojanos,
navarros, aragoneses, catalanes, murcianos y canarios. En el curso 2002,
posterior al cierre de esta edición, ya hemos tenido a López
Azorín, de Moratalla, Murcia; y están previstos para el
2003, una aragonesa, dos catalanes y una gallega, entre otros. En cualquier
caso, no nos guiamos por cuotas o estadísticas así que
todo se andará...cuando se ande.
También
será curioso para algunos saber que, de momento, han pasado por
nuestras sesiones tres matrimonios de poetas: Ángela Reyes y
Juan Ruiz de Torres; Amalia Bautista y Julio Martínez Mesanza;
y Felix Grande y Francisca Aguirre. Si bien esta última no entra,
por fechas, en este libro.
Otro
aspecto que puede llamar la atención es que el porcentaje de
mujeres parece pequeño. No es más que apariencia. En el
I.R.P.E (índice relacional de poetas en español) estudio
exhaustivo y más que notable, realizado hace poco por Juan Ruiz
de Torres, aparecen más de 4.000 poetas en lengua castellana
con obra significativa. De ellos, 1.430 tienen nacionalidad española,
y de entre estos aparecen 282 mujeres, poco más del 19 %. Vistas
así las cosas, esta muestra de POETAS EN VIVO presenta 41 autores
, 9 de los cuales son mujeres; lo que da un porcentaje cercano al 22%.
No se trata de cumplir cuotas —nunca lo he pensado así—
pero como alguien, alguna vez me señaló la baja representación
femenina, dejo aquí estos datos de fría información
que indican todo lo contrario. Valga también que en el presente
curso hay tres mujeres, lo que supone un 30% del total y que para el
próximo están previstas seis mujeres y cuatro hombres
lo que termina por descomponer cualquier índice estadístico.
Otra cosa sería que hablásemos de número de ciudadanos
pero no es el caso; aquí se trata sólo de número
de poetas y en el terreno poético las cosas están como
están.
El
comienzo de POETAS EN VIVO En
1996, el Club Cultural Maraya, poco después Fundación,
me pidió que diseñara una actividad de puertas abiertas,
más allá de las sesiones culturales de diversas materias
que el club ofrecía a sus socios y allegados. Daba yo por entonces
unas charlas sobre literatura en su sede de la calle Miguel Ángel,
de Madrid,
Arriesgado
asunto es pedirle a un poeta que te organice algo porque, como saben
los avisados, sacamos enseguida la poesía a la palestra y ya
no paramos. Sospeché incluso que era eso más o menos lo
que me estaban sugiriendo así que, dicho y hecho, pensé
de inmediato en unas sesiones de lectura poética.
La idea
no era nueva, claro, ¿quién pretende ser novedoso? Sólo
queríamos —y no era poco— buscar un nuevo espacio
para mostrar poesía y hacerlo bien, cercano, amable, con un público
algo más variado que el habitual en este tipo de actos.
Aceptada
la idea por Maraya y por la Obra Social Caja Madrid, me puse a trabajar.
Trataríamos
de difundir la poesía actual, toda la poesía. Siempre
he tenido claro que hay que llevarla a la gente ya que, en general,
a la gente le cuesta tanto acercarse a ella.
También
he sostenido, contra viento y marea, que la poesía actual en
España es plural, variadísima, difícilmente clasificable.
Hay muchos autores —también muchos pretendidos, claro,
dejo la frontera para quien se atreva a fijarla— y muchas formas,
pretensiones, estilos o tendencias.
Se lanzaron
los programas del primer ciclo —entonces curso— y el 28
de octubre de 1966 íbamos a estrenarnos con el creador y mantenedor
de la "madre de todas las lecturas poéticas": Rafael
Montesinos. Comenzar con él era nuestro humilde y cariñoso
homenaje a su altura de poeta y a su inigualable experiencia en este
tipo de actos. Su tertulia hispanoamericana, con casi cincuenta años
de existencia es el paradigma para cualquiera que se inicie en esto.
Bien, pues "la primera en la frente": Rafael tuvo un serio
problema de salud y hubo de ser sustituido en los últimos momentos
por Joaquín Benito de Lucas al que no importó, generosamente,
adelantar un mes su propia sesión. Aquel gesto de Joaquín
que nos sacó del primer atolladero, acrecentó la deuda
que desde hace años tengo con él —y tenemos muchos—
como poeta y maestro de poetas.
Al mes siguiente,
recién salido del hospital, y en la fecha cambiada con Benito
de Lucas, acudió Montesinos a dar su lectura y ¡no pudo
darla! Tenía la voz tan débil que, nada más llegar,
me pasó una antología y me susurró: "Anda
Enrique, hijo, lee tú que si no a mí no me van a oír".
Fue la única sesión en que el poeta no ha leído
personalmente sus poemas. Menos mal que conozco bien la obra de este
gran sevillano y que uno de mis oficios es leer en público, si
no —"la segunda también en la frente"—
les aseguro que hubiera abandonado lo que empezaba con tantas dificultades
y me hubiera retirado a un monasterio.
Lo cierto
es que no hubo más contratiempos —tan notorios al menos—
y no había razón para mi susto. La generosidad del público,
la disponibilidad de los poetas, y el empuje de Maraya y la Obra Social
Caja Madrid se mantuvieron. Mes tras mes, aquella acogedora sala que
Caja Madrid tenía en número diez de Eloy Gonzalo se fue
llenando de poetas, lectores, aficionados y hasta curiosos. Días
hubo que los asistentes tuvieron que asistir a través del circuito
cerrado de TV que había en el vestíbulo, por estar llena
la sala. POETAS EN VIVO empezaba a ser una cita inexcusable con la poesía,
esperada por muchos.
Cambios
en siete años.
Pocos,
pero significativos. El Club Cultural Maraya al convertirse en Fundación,
pidió el apoyo personal de Luis Alberto de Cuenca al proyecto
y este pasó a ser el director de los ciclos, manteniéndome
yo como coordinador y presentador. Amigo sin sombra, poeta de primera
línea y buen conocedor del mundo literario, Luis Alberto fue
un apoyo decisivo y gratificante en la consolidación del proyecto.
Luego, sus responsabilidades públicas —tras dirigir la
Biblioteca Nacional, es hoy Secretario de Estado de Cultura— le
llevaron a dejarme de nuevo en solitario. Ha mantenido siempre su apoyo
sabio y moral, su ayuda cada vez que le fue solicitada, y sobre todo
su amistad que crece pese a la dificultad de vernos por las muchas ocupaciones
que la vida nos depara.
Las
dificultades, casi siempre económicas, del mundo de la cultura,
y del resto del mundo, hicieron que la Fundación Maraya suspendiera
sus actividades y llegó el gran cambio.
La Obra
Social Caja Madrid, hasta ese momento generosa colaboradora, dio el
paso de asumir el programa como suyo. Sus responsable culturales siempre
había creído en la idea y quisieron apostar por mantenerla
y enriquecerla.
La sala
de la calle Eloy Gonzalo no pudo seguir siendo utilizada y se reanudaron
las lecturas con la colaboración de la Biblioteca Nacional que
prácticamente inauguró su nuevo salón de actos
con nuestras sesiones.
Este nuevo espacio de la Biblioteca, tan apropiado y tan céntrico,
la ampliación de la lista de invitaciones y, sobre todo, el decidido
empuje de la Obra Social han conseguido que la afluencia de público
crezca aún más. Hoy no hay sesión que baje del
centenar de personas y el aforo de la sala se completa con frecuencia.
No es esto tan frecuente en las lecturas poéticas.
Algunas
ligeras pero notorias variantes se producen en el actual año:
La inclusión de algún autor hispanoamericano y de un par
de sesiones de jóvenes poetas, con poca o ninguna obra publicada
pero de calidad suficiente para tenerlos muy en cuenta.
Pese
a los cambios antedichos, el desarrollo de los actos se ha mantenido
desde el comienzo: una breve presentación mía del poeta,
sin actitudes profesorales porque doctores tiene la Iglesia y yo no
pretendo serlo y, además, porque no es el lugar; y una lectura
ad líbitum del autor. Esta fórmula sencilla —si
la materia prima es buena no hacen falta salsas que compliquen el sabor—
creo que ha ayudado a POETAS EN VIVO a mantenerse con mucha aceptación
entre tantas otras excelentes actividades similares de Madrid. Resulta
muy agradable ver como personas no habituales de los cenáculos
poéticos me preguntan con alguna frecuencia por "eso de
los poetas de Caja Madrid". Ojalá sigamos estando siempre
a la altura de los aficionados a la poesía.
Ausencias
varias.
Muchos
lectores echarán de menos a algunos poetas de su preferencia
en las sesiones celebradas. Sin duda están en nuestra irremediable
"lista de espera". Algún día aparecerán
en cualquiera de las sesiones. Mayor frustración se siente al
no poder dar cabida de inmediato a todos y tener que ir poco a poco.
La solicitud
a los poetas para que participen, se hace —repito incansablemente—
desde la variedad, pero también desde la cercanía. No
todos los autores que nosotros quisiéramos, han podido ser convocados:
unos están lejos, a otros les falta tiempo o ganas... Además,
y esto es muy importante para la salud del programa, hay que ir guardando
para sucesivos años poetas de diversas edades, estéticas,
y cantidad de obra. Así, cada ciclo o curso seguirá mostrando,
como pretendemos, los muchos rostros de este arte.
En nuestra
voluntad no hay poetas de interés que queden fuera. Es sólo
cuestión de tiempo.
En
todos estos años, sólo tres autores rechazaron la invitación
a participar. Cada uno por motivos diferentes. Vaya desde aquí
mi respeto por su decisión. Son los otros —más de
cincuenta— que nos ofrecieron su tiempo y sus versos, los que
me ocupan al tiempo de escribir estas líneas y para los que el
agradecimiento será siempre poco.
En
cuanto a este libro, muestra de los cuarenta y tres poetas que habían
participado hasta fin del 2001, cuando se cerró el proyecto de
la publicación; dos manifestaron su deseo de no aparecer en sus
páginas, aunque sí leyeron en su día. Vaya también
mi respeto para ellos, aunque no comparta su decisión ni sus
diferentes motivos.
Tres
de los autores que un día estuvieron con nosotros no lo están
ya, al menos físicamente. Sus distintos herederos me ayudaron
en todo para incluirlos en este volumen (ver página de agradecimientos)
Confieso que los echo mucho de menos como amigos; como poetas siguen
y seguirán siempre conmigo y con todos; y esto no es hablar por
hablar. Son, como ya saben todos, Claudio Rodriguez, Gloria Fuertes
y José Gerardo Manrique de Lara. El recuerdo de aquellas tres
personalidades, tan dispares y sin embargo tan cercanas para mí,
y la relectura impenitente de sus versos, me sigue acompañando
gratamente. Gracias, amigos, por haber sido —ser— POETAS
EN VIVO.
Más
sobre la variedad de la poesía y de POETAS EN VIVO.
La
poesía actual ofrece un panorama similar al que observamos en
un generoso recorrido por las galerías de arte de una gran ciudad
—como esta de Madrid, en la que estamos— en el que es fácil
comprobar que aparecen todas las línea pictóricas, desde
las viejas usanzas y los vanguardismos más dispares; a veces
incluso todo junto en una sala y hasta en un mismo autor. Cualquier
tendencia cabe en el presente, todas representan la inmensa pluralidad,
el mestizaje y el eclecticismo de nuestro tiempo. Tal vez el futuro,
si se lo permitimos, clasifique nuestros días, como hacemos hoy
con el pasado, y nos etiquete dentro de los organigramas para estudiantes;
pero no es eso lo que se ve desde el presente. Una vez que las vanguardias,
si no antes, redescubrieron olvidos, descabalaron cánones y abrieron
caminos, nada a vuelto a ser lo mismo: el arte, la vida, y por tanto
la poesía, muestran una diversidad más que saludable,
que nos ayuda sin duda a escapar un poco de las uniformaciones que desearían
quienes sólo se sienten seguros ante el número ordenado,
la estadística exacta y la previsión sistemática.
No pretende
este coordinador hacer análisis crítico de las poéticas
actuales o de su representación en esta muestra. Para eso hay
competentes analistas, críticos y profesores que lo hacen con
gran profesionalidad, y otros muchos —me temo— que se atreven
a hacerlo sin visión ni capacidad suficiente.
Sí
insistiré en lo dicho: las lecturas de POETAS EN VIVO, y por
tanto estas páginas, darán a los aficionados a la poesía
una muestra sorprendente de la variedad en que vengo insistiendo.
Aparecen
aquí autores que han seguido preferentemente las líneas
tradicionales de la poesía, trabajando metros y estrofas clásicos,
junto a otros que se inclinan únicamente por composiciones en
verso blanco, y aún libre —consulten manuales los que no
distingan la gran diferencia entre ambos—. Y sobre todo hay mayoría
de poetas que han conjugado en su obra todos los modos. Sabido es que
a cada momento, tema o necesidad vital le corresponde una forma de expresión
más que otra.
Nada que
ver esto con mayores o jóvenes; eso ya no hay quien lo sostenga.
Se verán perfectos sonetos en algunos de los poetas de menor
edad y estructuras plenamente "modernas" en autores que cumplieron
ya los ochenta años. Entrecomillo "modernas" con toda
intención porque también apreciará el lector cuidadoso
cómo se desarrollan ideas novedosas y temas muy actuales en estructuras
clásicas, mientras otras ideas de corte más tradicional
se alojan en versos blancos y libres o en estructuras compuestas.
Todo esto
es parte de la diversidad de la que no he dejado de hablar desde que
comencé estas líneas.
Recuerdo
una de las sesiones, Leopoldo de Luis se encontraba entre el público.
Alguien habló de la llamada "poesía de la experiencia".
Leopoldo pidió la palabra y dijo sencillamente: ¿Pero
se puede escribir desde algún otro sitio que no sea la experiencia
del poeta? Tal vez tengan mucho que decir los investigadores en genética,
o los que hurgan en la moderna inteligencia emocional sobre las relaciones
entre experiencia y emoción, inspiración y memoria colectiva;
o simplemente sobre lo que el poeta creyó decir y lo que el lector
parece percibir.
No seguiré
por estos vericuetos que me alejarían del sencillo propósito
de este prólogo. Valgan las líneas precedentes para apoyar
en ellas una opinión personal: Más allá de las
"estéticas" en que se quiera afiliar a cada uno de
los autores que aparecen en este libro, todos ellos, desde la experiencia,
el conocimiento, el intimismo, la sensación, la química
emocional o lo que queramos, intentan dar sentido a la vida, explicarse
a sí mismos que es como explicarnos a nosotros, sus lectores;
intentan... ¡qué se yo lo que cada uno intenta! lo único
que sé es que no se puede pasar de balde por la poesía,
ni escribiéndola ni leyéndola.
Algo
sobre los datos incluidos en esta muestra.
En
la confección de esta muestra poética hemos sido necesariamente
parcos.
Casi todos
los autores tienen, además de los libros de poesía reseñados,
otras muchas publicaciones —ensayo, novela, relatos, escritos
diversos—, están incluidos en antologías y estudios
literarios, han sido traducidos a multitud de idiomas, etc.
Por otra
parte, la trayectoria profesional y humana de cada uno de ellos suele
ser larga y variada; sus trabajos alrededor de la poesía y otras
artes o materias resultan inagotables y difíciles de resumir.
No olvidamos
que los premios y distinciones obtenidos por todos ellos, en mayor o
menor número, van desde el Cervantes, el Príncipe de Asturias,
el Reina Sofía o los distintos Nacionales, recorriendo toda la
gama, hasta el concedido por un grupo de alumnos en un instituto de
barrio. De todo hay y casi siempre todo junto.
Alguno vive
de lo que escribe —lo que es más que sorprendente—,
pero la mayoría tienen o han tenido trabajos muy diversos. Ejercer
la docencia es la profesión más frecuente entre los recogidos
en esta muestra, pero también hay funcionarios, periodistas,
traductores, bibliotecarios, investigadores, militares, informáticos,
economistas o publicistas. Sería una larga y curiosa relación.
No pararíamos
de añadir otros datos en la mayoría de sus biografías:
académicos, miembros de asociaciones y entidades culturales,
directores de revistas y editoriales, organizadores de actos culturales,
conferenciantes ...
Muchos
de ellos publicaron por acuerdo, prestigio o contactos; otros tuvieron
que recurrir a premios para poder publicar; algunos tienen acuerdos
editoriales de buen cuño y los hay que han tenido que practicar
a veces la autoedición; casi todos alternaron distintos medios
para dar a conocer su obra.
Como
puede imaginar el lector, no era posible incluir todos los datos, no
teníamos espacio ni queríamos desviaríamos del
principal objetivo poético. Por eso, nos limitamos a indicar
el lugar y fecha de nacimiento de cada uno y los libros de poesía
publicados en primera edición (muchos de ellos tienen varias
ediciones sucesivas)
Algunos
autores seleccionaron sus poemas para esta muestra, otros dieron libertad
al coordinador —antólogo no sería adecuado—
para seleccionar según su criterio. En ambos casos se ha buscado
que la muestra sea lo más representativa posible, como se pretendió
en las lecturas de las que esta edición procede.
Se
han respetado estructuras, formas personales, sintaxis particulares
y deseos explícitos de los autores que los manifestaron. En cualquier
caso, del cúmulo de errores que sin duda podrán encontrar
los mismos poetas o los lectores, no cabe culpar más que al autor
de estas líneas. Sin duda he pretendido lo mejor y, sin duda,
no lo habré conseguido.
El mejor
lector, que será el que utilice este volumen para conocer, recordar,
orientarse, e ir después a la búsqueda de los libros de
aquellos autores que más le apetezcan, no tendrá problema
en encontrarlos si, conociendo título y fecha de cada uno, los
busca en las librerías adecuadas. Para los menos avisados, recordamos
que son aquellas que tienen ordenador para conseguir libros a través
del I.S.B.N. o aquellas —pocas— que tienen buena cantidad
de poesía.
Recordamos
que muchas de las publicaciones indicadas —como ocurre frecuentemente
con la poesía— son de tiradas reducidas o de una difusión
casi inexistente. También sabemos todos que la mayoría
de las librerías apenas venden poesía y por eso deberemos
insistir si queremos hacernos con algún ejemplar. Casi siempre
será más fácil acceder a las antologías
donde muchos de los autores han ido reuniendo sus distintos libros.
Ojalá,
insisto para terminar, cumplamos con las páginas de este volumen
una etapa más del objetivo que nos proponemos con las lecturas
de POETAS EN VIVO: Difundir la poesía de nuestro tiempo, darla
a conocer en la medida de nuestras fuerzas; llevarla, de la mano de
sus propios creadores, a quienes la necesitan aunque a veces ni siquiera
sepan cuánto la necesitan.
Enrique Gracia Trinidad
PÁGINA DE
AGRADECIMIENTOS QUE FIGURA AL FINAL DEL LIBRO
AGRADECIMIENTOS
A
la OBRA SOCIAL CAJA MADRID, que apoyó desde el principio y terminó
por hacer totalmente suyo este programa. Sin ella, ni las lecturas ni
este libro hubieran sido jamás posibles.
A la Fundación
Maraya y a su Presidenta Rocío Huete, que iniciaron y mantuvieron
POETAS EN VIVO.
A Luis Alberto
de Cuenca, actual Secretario de Estado de Cultura, que dirigió
Poetas en Vivo durante un tiempo y me ayuda siempre con su amistad y
talante poético
A la Biblioteca
Nacional y sus dos últimos directores, D. Jon Juaristi y D. Luis
Racionero, por acoger en su renovado salón de actos las lecturas.
A Basilio
Rodríguez Cañada, editor de este libro, no por publicarlo,
que ya es mérito publicar poesía, sino por creer en él
cuando sólo era una idea
A Clara
Miranda, esposa de Claudio Rodríguez, por mantener viva la grandeza
poética y humana del que fue su esposo y ser tan generosa conmigo
y con todos.
A Luz María
Jiménez Faro, presidenta de la Fundación Gloria Fuertes,
y heredera literaria de aquella gran poeta, por facilitarme generosamente
cuanto la he solicitado para que Gloria esté en este libro.
A Alfonso
Manrique de Lara, hijo de José Gerardo Manrique de Lara, por
ayudarme a contar con su padre en estas página.
A Isabel
Ibáñez, que me ayudó con fotos y afecto.
A Soledad
Serrano; sin su aliento, su amor a la poesía y su increíble
capacidad de trabajo nunca habría terminado este libro.
A Encarnación
Huerta, poeta en vivo también, que tuvo que sustituirme como
presentadora en la sesión dedicada a Jaime Siles (yo estaba en
un quirófano) Siempre puede uno contar con ella.
A los técnicos
de las salas de Eloy Gonzalo y la Biblioteca Nacional porque desde sus
cabinas hicieron fácil cada sesión (y porque nunca se
acuerda nadie de los técnicos)
A todos
los poetas que participaron en las lecturas y están aquí
incluidos, a los que han participado después y a todos los que
algún día —ojalá muy pronto— serán
POETAS EN VIVO.
Al público de
las lecturas, y a los lectores de esta muestra y a los de poesía
en general, sin ellos sí que nada de esto tendría sentido.
Enrique Gracia Trinidad |